Tomar bebidas alcohólicas puede ser una forma de relacionarse en sociedad y en pequeñas cantidades incluso algunas bebidas son buenas para la salud. Sin embargo ese hábito puede convertirse en una costumbre habitual, lo que provoca serios daños en el cuerpo y el cerebro.

Ingerir alcohol de manera continuada es un hábito muy peligroso que provoca adicción y ello puede conllevar la pérdida de la familia, amigos y trabajo. Además, el alcohol en exceso es muy perjudicial para nuestra salud y nuestra estética. El alcohol hace que el cuerpo se hinche, lo que, aunque se intente disimular, será evidente al vernos en ropa interior.

En el caso de la piel, que es una de las consecuencias que más verán los demás, el alcohol hace que se reduzcan los niveles de oxígeno en la sangre. Por ese motivo se produce menos colágeno y la piel tiene un color apagado, perdiendo así mismo elasticidad y firmeza. En ese caso el aspecto físico es el de una persona más mayor. Tras una noche en la que se ha querido tomar unas cuantas copas con la intención de pasar un momento agradable en compañía, se ha de tener en cuenta que al escoger esa lencería que tanto gustaba el aspecto del cuerpo no será tan radiante al día siguiente como se pretendía.

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El alcohol también hace que el hígado trabaje el doble, provocando acumulación de grasa. Este hecho derivará en acné. También provoca el envejecimiento prematuro de la piel y genera alteraciones en el rostro provocando que la piel esté enrojecida en la nariz y en los pómulos. Reduce los niveles de vitamina A y potencia algunas enfermedades.

Tanto hombres como mujeres, para disfrutar de nuestro cuerpo y tener una piel sana es necesario moderar el consumo de alcohol, sobretodo de bebidas destiladas. Se puede pasar un rato agradable y divertido sin la necesidad de poner en riesgo la salud.